Lisboa no sólo es la ciudad más grande de Portugal, sino también un destino turístico muy solicitado, por lo que siempre está repleta de actividad. Sin embargo, para aquellos que buscan escapar del ajetreo de la ciudad, hay varias opciones para disfrutar de momentos de silencio y relajación sin salir de la ciudad y/o de la región.
Desde jardines a miradores, sin olvidar los parques naturales, este itinerario diseñado por la Ente Regional de Turismo de la Región de Lisboa (ERT-RL ) presenta lugares propicios para reconectar con la naturaleza. Así que si quiere escapar del estrés, contemplar vistas, meditar y disfrutar de la tranquilidad, siga este artículo paso a paso.
Tabla de contenidos
Jardín del Chalé de la Condesa de Edla
El inicio de esta ruta en busca del silencio absoluto (o casi) nos lleva a Sintra. Entre palacios y una sierra que parece sacada de un cuento de hadas, hay un espacio que merece ser destacado: el Jardín del Chalet de la Condesa de Edla.
Construido entre 1864 y 1869 por el rey Fernando y su segunda esposa Elise Hensler, más tarde condesa de Edla, el espacio verde y el chalet son testigos de una bella historia de amor que se refleja en cada detalle.
Al pasear por el jardín, prepárese para apreciar las diversas especies botánicas de todo el mundo, lagos, bancos y pequeños miradores con vistas al Palacio Nacional de Pena.
Dirección: Estrada da Pena, Sintra
Jardín de la Fundación Calouste Gulbenkian
De vuelta a Lisboa, el Jardín de la Fundación Calouste Gulbenkian es una especie de refugio urbano, perfecto para leer un libro y olvidarse del ajetreo típico de la capital.
El espacio verde que rodea el Centro de Arte Moderno Gulbenkian cuenta con numerosos rincones que invitan a la meditación interior:
- El lago
- Pequeños arroyos
- Flora diversa
- Senderos
- Y, por supuesto, el anfiteatro al aire libre.
Dirección: Avenida de Berna 45 A, Lisboa
Mirador de Santo Estêvão
Siguiendo en Lisboa, ¿qué tal una excursión a Alfama? Aunque a primera vista pueda parecer una sugerencia extraña, lo cierto es que el siguiente rincón es (casi) un pequeño secreto de la ciudad.
‘Escondido’ entre callejuelas y escaleras, el Miradouro de Santo Estêvão ofrece una paz que escapa a otros lugares más concurridos, pero la vista sigue siendo igual de impresionante.
A pocos metros del mirador, si quiere callejear más por Lisboa, puede visitar el Museo del Fado y/o disfrutar de la belleza de las calles de los alrededores.
Dirección: Largo de Santo Estêvão
Parque de la Paz
En dirección a la orilla sur, es hora de visitar el «pulmón verde» de Almada, el Parque da Paz. Como su nombre indica, este espacio verde invita a largos momentos de serenidad.
Inaugurado en 1995, el Parque da Paz ocupa unas 50 hectáreas y fue diseñado por el famoso paisajista Sidónio Pardal, por lo que no faltan vastas zonas arboladas y un lago, epicentro de la vida animal.
Allí se puede pasear, montar en bicicleta o simplemente extender la toalla al sol y disfrutar del sencillo arte de no hacer nada. También merece la pena mencionar el Monumento a la Paz, otro hito del parque.
Dirección: Avenida Arsenal do Alfeite, 10
Jardín Multisensorial de la Energía
En la región de Lisboa, otro lugar donde olvidarse del entorno y sentir el silencio es el Jardín Multisensorial de las Energías, en el municipio de Setúbal. Inaugurado en 2018, es un espacio innovador e inclusivo.
El parque ha sido diseñado con un recorrido que estimula los sentidos y promueve el bienestar. También ofrece zonas de descanso y vistas privilegiadas del Sado.
Dirección: Avenida Belo Horizonte 78-80, Setúbal.
Parque Natural de Arrábida
Por último, terminamos este itinerario dedicado al deleite del silencio con el Parque Natural de Arrábida , un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza.
Creada en la década de 1970, esta área protegida abarca cerca de 17.000 hectáreas y se extiende por los municipios de Setúbal,Palmela y Sesimbra. Entre el azul intenso del mar y el verde exuberante del bosque, la relajación es una constante.
Para aprovechar al máximo el potencial de relajación, es mejor evitar el ajetreo de la temporada alta y las playas más populares. Pero no se preocupe, ¡no faltan senderos y laderas para respirar y relajarse!