No tema: los «GILs», los títeres más conocidos de la Expo 98, están siendo recogidos para una restauración completa.
El primero en ser desmontado fue el GIL que habitualmente se coloca en el Rossio dos Olivais. En los próximos meses, los tres muñecos gigantes GIL serán restaurados por el mismo equipo que los construyó para la Expo 98, en una intervención organizada por la Junta Parroquial del Parque das Nações (JFPN), en el marco de los Contratos de Delegación de Mandato acordados con el Ayuntamiento de Lisboa.
Preservar el legado histórico
La mascota oficial de la Expo 98 será restaurada como forma de preservar la memoria de este acontecimiento histórico para el país.
Según la JFPN, las marionetas serán devueltas a su lugar de origen lo antes posible, completamente restauradas y con un aspecto renovado.
GIL fue creado por el pintor António Modesto y el escultor Artur Moreira como una gota de agua estilizada para representar la vida en los océanos (tema de la Expo 98, «Los océanos: un patrimonio para el futuro»), al tiempo que rendía homenaje al navegante portugués Gil Eanes.
A lo largo del evento, que tuvo lugar entre mayo y septiembre de 1998, la mascota GIL se convirtió rápidamente en un símbolo muy querido por niños y adultos, en una exposición que atrajo a Lisboa a más de 10 millones de visitantes, transformando por completo toda la zona este de la capital en un claro éxito de regeneración urbana que hoy lleva el nombre de Parque das Nações.
Estos muñecos de generosas dimensiones, que miden unos cinco metros, están fabricados en fibra de vidrio y se expusieron en lugares estratégicos de esta parte de la ciudad.
Sin embargo, tras varios años a la intemperie, su mantenimiento es imperativo para que puedan ser restaurados de su ya visible estado de deterioro.
Pero esta restauración es algo más que estética, es una celebración del impacto histórico y cultural que la exposición universal trajo a nuestro país, habiendo modernizado enormemente la ciudad a la vez que nos dejaba un legado arquitectónico único.
También hay que destacar que el GIL no «murió» cuando terminó la exposición, sino que se convirtió en el símbolo (y logotipo) de la Fundación Gil, que aún hoy sigue apoyando a niños en situación de riesgo social y sanitario.