La llegada del otoño trae consigo un ritual que marca nuestra forma de vivir las estaciones frías: la transición al horario de invierno , un momento esperado por muchos porque, fundamentalmente, nos «regala» una hora más de descanso, aunque también requiere algunos ajustes en nuestra rutina diaria.
En base a las fechas establecidas a nivel europeo, el cambio de este año tendrá lugar el 26 de octubre, último domingo a lunes del mes: cuando los relojes marquen las 02h, habrá que retrasarlos una hora, hasta las 01h , en Portugal continental y la isla de Madeira; en las Azores, el ajuste será de 01h a 00h.

¿Qué hay que tener en cuenta al cambiar la hora?
La gran mayoría de los teléfonos móviles, ordenadores y relojes digitales ya se actualizan de forma automática e instantánea, por lo que sólo hay que prestar atención a otros tipos de equipos personales, como los relojes de pulsera, o domésticos, como los relojes de microondas, de mesilla de noche o de coche, por citar algunos.
Tu cuerpo también puede verse afectado de diferentes maneras por este cambio de hora: aunque descanses una hora más, lo cierto es que cualquier cambio en tu ciclo de sueño puede influir en tu ritmo circadiano, el reloj biológico que regula tu energía y tu estado de ánimo.

Para mitigar cualquier impacto, asegúrate de que:
- Mantener rutinas estables: mantén horarios constantes para acostarte y levantarte;
- Exponerte a la luz natural: a primera hora de la mañana, para ayudar a tu cuerpo a adaptarse;
- Limite sus siestas largas: no debe sobrepasar los 30 minutos para no perturbar su descanso nocturno.
Y ten en cuenta que, más que un cambio técnico, una hora extra puede ser una invitación a ralentizar tu ritmo, que puedes aprovechar de diversas formas, como leyendo, cocinando o simplemente disfrutando del silencio.

El cambio de hora, ¿durará para siempre?
Esta práctica, que siempre se realiza dos veces al año, ahora y luego en marzo, cuando se cambia al horario de verano, se remonta a la Primera Guerra Mundial, una medida que permitía ahorrar carbón aprovechando al máximo la luz solar.
Lo cierto es que estas preocupaciones siguen vigentes hoy en día, esta vez al sincronizar las horas de actividad humana con las horas de luz natural, reduciendo así el consumo de energía, lo que tiene todo el sentido científico.
Esta medida forma parte de una directiva de la Unión Europea y garantiza que todos los Estados miembros realicen la transición en las mismas fechas.
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